El ocio es necesario para el ser humano, una actividad casi vital, podríamos decir. Es así como las personas pueden organizar su tiempo en diferentes actividades dependiendo de su grado de necesidad: tiempo para trabajar, para dormir, para comer, para descansar y también, cómo no, de disfrutar. Todo en su sitio y todo en su lugar, como diría aquél; no solo son necesidades físicas o mentales, sino que en esta sociedad nuestra marcada por horarios inflexibles, uno no puede más que mantener adaptarse para tener una vida más o menos equilibrada.
Así que, una vez decidido que necesitamos un tiempo de ocio, hay que ser flexible en todo lo que se pueda. Porque si se trata de disfrutar en esos momentos, cada cual debería poder hacerlo con lo que más le gusta. Entre esas actividades preferidas, los famosos hobbies, hay algunos que pueden realizarse en solitario; otros, sin embargo, son de acción grupal, la mejor forma de sacarles el máximo de diversión y entretenimiento. Es decisión de uno elegir la actividad que se prefiera, y también el modo en que la practica. Pero también hay que mirar a nuestro alrededor, pues esa autonomía lleva un plus de responsabilidad, ya que no todo es permitido.
Porque hay una forma más de clasificar esas actividades de entretenimiento: las que son en público, y las que son exclusivamente en privado. En los últimos años, estamos confundiendo esta clasificación con otro concepto, el de las las libertades; y muchos no son capaces de discernir entre una cosa y otra. Pero por ejemplo, tú puedes disfrutar muchísimo en tu tiempo libre de que te den un masaje, cosa que además necesita la intervención de al menos otra persona; sin embargo, se realiza en un lugar privado, porque a nadie se le ocurriría dar sesiones de fisioterapia en medio de la plaza, ¿a que no?
Así que no es un problema de libertades, sino de no saber discernir qué se hace en público y qué pertenece al ámbito de lo privado. Indudablemente, puedes ver videos porno gratis en internet, es tu derecho a hacerlo; pero no sería de recibo que eso lo hicieras en un autobús lleno de gente, ni siquiera sentado en tu salón con los miembros de tu familia pululando por allí. No es un delito, ni es algo de lo que avergonzarse; sin embargo, cualquiera entiende que esa es una actividad para hacerla en privado y acompañado solo de gente de mucha confianza.Más que nada, porque los efectos buscados por ello sí que pertenecen a nuestra intimidad, teniendo en cuenta que buscamos excitarnos sexualmente y por ende terminar dándonos alivio. Puede que algunas personas tengan tendencias exhibicionistas, pero por lo general es algo que nos gusta hacer lejos de ojos curiosos.
La verdad es que en la cuestión del porno online, ni siquiera hay mucha gente que admita ser consumidor habitual, aunque las cifras están ahí y no se pueden rebatir. Por eso, es curioso que haya gente que esté de acuerdo en un espectáculo de porno duro en vivo en un lugar tan público como una discoteca de moda. Eso ha trascendido hace unos días, y se está investigando, sobre todo porque no está muy claro si estaba permitido con todas las de la ley, cómo se organizó ni quiénes eran los y las participantes y en calidad de qué lo hacían. Pero dejando aparte temas policiales y jurídicos, a mí me asombra que un negocio público se avenga a estas cosas. ¿Una orgía entre amigos? Hay gente que se lanza a ello. ¿Una orgía de singles o de parejas swingers? Bueno, hay lugares dedicados a ello. ¿Salones dedicados en exclusiva a la pornografía? Los asistentes saben muy bien a lo que van. Pero un show porno de sexo duro en un local nocturno sin avisar me parece muy fuerte, por mucho que la gente quiera libertad.
Así, no se trata de puritanismo, ni estrechez de miras, ni coartar los derechos fundamentales de nadie. Pero el sexo es algo íntimo, que no se puede sacar a la luz pública sin que ese mismo público esté de acuerdo con ello, ni paseárselo a nadie por las narices de buenas a primeras. Por eso, no perdamos de vista qué ocio puede ser practicado delante de otros, y cuál debe pertenecer a nuestra vida privada.